- Tenemos casi tres horas antes de que el corazón sea inservible- El único comentario de Lucas durante el viaje hasta el hospital, Martín observaba que su hermano aceleraba más el auto hasta el limite de lo posible.
Llegaron al hospital y sin esperar a que el auto se detenga del todo, Lucas ya se había bajado con el bolso -Rápido tenemos que hablar con el cirujano de guardia y apurarlos.
-¿Pueden hacer una operación así, en tan poco tiempo?
-Están listos a la espera de la señal.
-Entendido
Cuando encontraron el pasillo de la sala donde se encontraba el hijo de Lucas, El señor Miguel apareció frente a ellos junto con un niño. Lo único que nunca se va a olvidar Martín es la cara de ese niño, era una cara totalmente triste, sus ojos perdidos en la nada, sin ninguna mueca en el rostro, parecido a un maniquí en su frialdad, pero diferente, el rostro de un muerto.
-¿Que hace aquí?
-Vengo a presentarle a mi hijo, el se esta muriendo.
-Mi hijo también y este corazón es para el.
- Pero mi hijo es mas pequeño que el suyo apenas tiene 5 años, por favor tiene una vida por delante.
-Mi hijo tiene diez años, aunque haya vivido más que su hijo tiene todo el derecho a este corazón.
-¡Entrégueme ese corazón!- grito es señor Miguel sacando una pistola
-¡NUNCA!
Lucas le entrego el corazón a Martín y se tiro sobre el señor Miguel, le saco la pistola de un golpe. Los dos comenzaron a pelearse y arrastrarse por el piso del pasillo, en una pelea por la vida de sus hijos, los dos estaban desesperados y ninguno iba a ceder ante el otro. Mientras que Martín miraba inmóvil a el hijo del señor Miguel, este movió los ojos y por un segundo recobro la vida en su cuerpo, se dirigió hacia la única luz que se veía en la sala, la cama donde estaba el hijo de Lucas, tenia el mismo rostro que el hijo del señor Miguel, con la única diferencia del tamaño. Martín que observaba la escena únicamente moviendo los ojos, vio como los dos niños se juntaban, se miraban y se daban la mano, el hijo del señor Miguel bajo la cabeza y los dos se abrazaron.
En ese instante alguien tiro a Martín al piso, la policía había llegado, separó a los padres y fueron arrestados todos, En la comisaría los gritos de los padres se escuchaban en todo el lugar, tardaron mucho más de tres horas en explicar la situación, el corazón ya no servía.
Martín solo paso una noche en la cárcel y luego fue liberado, los oficiales comprendieron que su intervención en este asunto fue casi involuntaria. No se explica como, no dijo nada desde la llegada al hospital.
Cuando lo dejaron en su casa, su mente no podía más, pasó todo el día temblando, como efecto de la adrenalina que ya no estaba, había momentos en los cuales se reía como un histérico, su mente mostraba las ultimas imágenes y muchísimas más cosas, nunca logro explicarlo, pero en ese torbellino de recuerdos el cambió, cambió un poco.
En la mañana del siguiente día todos los medios periodísticos conocían la historia, se entero por un noticiero que los dos niños habían muerto en el momento de la pelea, juntos, abrazados. Martín no los conocía pero igualmente lloró, lloró por no poder hacer nada más.
Al llegar al trabajo, mientras leía un folleto de paracaidismo, notó la mirada de sus compañeros, pero nadie le dijo nada, la única persona que lo interceptó fue la secretaria de su jefe, anunciándole que tenia que pasar por la oficina.
El jefe le pidió que tomara asiento y empezó un discurso preprogramado.
-Como sabrá, en esta empresa, con prestigio internacional bla bla bla....
El discurso siguió así por más de media hora, Martín lo escuchaba por partes, lo único interesante que escuchó fue que no lo iban a despedir por haber faltado ayer.
-¿Que quiere hacer ahora?- esa fue la única pregunta que hizo su jefe, al terminar su discurso.
-Me gustaría irme.
-Eso es lógico, pienso que tiene asuntos dolorosos que atender.
- Yo apenas conocía a ese niño, me gustaría irme a festejar.
-¿Festejar, festejar que?
-Si, festejar que hoy volví a ponerle mermelada a las tostadas.